sábado, 19 de marzo de 2011

Educación a la inglesa

Buenas Costumbres (Easy Virtue, Elliot, 2008)

“You´re the top… you´re Mahatma Gandhi” le canturrea John a su amada Larita; este cumplido sonaría francamente extraño en el siglo XXI… pero si hablamos de 1930 sería lo más cool que un galán le pudiera decir a su novia.

Y es que la película de Buenas costumbres transcurre precisamente en esa época en que la música de Cole Porter se escuchaba como hoy la de, digamos, Shakira. Larita (sorprendente actuación de Jessica Biel), una guapa y audaz corredora de autos de carreras, se ha convertido en la esposa de un muy joven aristócrata inglés, John Whittaker (un tanto insípido Ben Barnes). Por supuesto que el enlace causa un escándalo en su tradicional familia: ¿cómo ha podido John caer en las garras de una trepadora social sin educación? Y lo que es aún más insultante: ¡americana!

 Y es que Larita simboliza todo lo opuesto a los tradicionales valores británicos: es moderna, cosmopolita y gusta de la buena vida y las comodidades. Por su parte,  los Whittaker son la clásica familia inglesa de clase alta: deportistas, amantes de los perros y los caballos y sumamente cerrados a cualquier novedad… especialmente si está encarnada en una espectacular rubia platinada.

Al frente del batallón Whitakker está la madre de Ben, Mrs. Whittaker (una excelentemente tiesa Kristin Scott Thomas). La típica confrontación suegra-nuera es llevada a su punto más álgido… una pesadilla que sin embargo tiene muchos momentos cómicos en los que Biel demuestra ser una muy fina comediante. Es una bomba sexy, sí… pero una bomba sexy divertida e inteligente.

El director del filme, Stephan Elliot, consideró simpático el utilizar líneas de las canciones de Porter en los diálogos, así que por aquí y por allá se escuchan trozos de Let’s Misbehave y Everything goes, lo cual efectivamente da un tono juguetón a la trama. No obstante, el filme cuenta con una buena dosis dramática: los protagonistas guardan secretos y hay sufrimiento tanto tras la fachada estoica de Mrs. Whittaker como de la alegre Larita.

El guión bien trabajado de Elliot, aunado a una excelente ambientación de principios de los años treinta –con un bello vestuario, locaciones perfectas en la campiña inglesa y hasta una escena de ese deporte inglés tan controvertido, la caza del zorro- hacen de Buenas costumbres un filme delicioso; como diría el mismísimo Porter, realmente De-lovely.

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