sábado, 19 de marzo de 2011

Amor en tiempos de canas

Tu última oportunidad (Last chance, Harvey, 2008)

Harvey (Dustin Hoffman) no la tiene fácil: su jefe quiere sustituirlo por alguien más joven, su hija prefiere que su padrastro la lleve al altar, su vida como compositor de jingles para comerciales en White Plains, Nueva York, es bastante insignificante.

Kate (Emma Thompson) tampoco está en su mejor momento: su madre le llama cada 5 minutos, preocupada por la perpetua  soltería de su hija y por el vecino polaco, de quien sospecha es serial killer; sus prospectos románticos se reducen a blind dates forzados con hombres más jóvenes que ella (quien ya anda a mitad  de las cuatro décadas); su empleo como recepcionista de una aerolínea en el aeropuerto de Heathrow, en Londres, no ofrece ningún reto o inspiración. Sólo su clase de literatura  -sus tibias aspiraciones a novelista- resulta un aliento en su monótona existencia.

Por azares del destino  -pese a varios roces previos- los dos corazones solitarios finalmente se encuentran, se enamoran y… boy meets girl, boy loses girl, boy wins girl back. Con lo que  la película podría parecer un cliché más, ¿no es cierto? Pues no.

Lo que salva a esta comedia romántica sobre adultos de mediana edad, es el carisma de sus intérpretes, quienes dan vida de manera conmovedora a sus personajes.  Thompson está particularmente estupenda en su papel de compungida solterona londinense que debe lidiar con los caprichos y miedos de su madre solitaria. Pero Hoffman también resulta encantador como el semi-perdedor Harvey Shine (quien no hace honor a su apellido), alguien a quien la vida lo tomó por sorpresa demasiado tarde.

No se trata de un drama profundo o intenso lleno de vuelcas de tuerca oscuras e impredecibles… su capacidad para conmovernos está en el simple realismo de su premisa: existencias mediocres  que  se han alejado  de sus verdaderos sueños -consecuencia del desgaste natural de la vida misma.

Los protagonistas se encuentran convertidos en compositores, no de grandes piezas musicales, sino de jingles para desmanchadores de ropa; no en escritoras famosas, sino en empleados de una aerolínea. Pero, PERO, incluso para estos patéticos personajes, existe una oportunidad –la del título- para el amor. Cursi, sí. Efectivo, también.

Al sabor agridulce del filme contribuyen varios momentos muy cómicos,  como cuando Harvey descubre que dejaron pegado el dispositivo antirrobo de la tienda en la manga de su saco o su connato de infarto, que resulta hilarante.

Lo cierto es que –seguramente para horror de algunos finos y encumbrados espíritus- el diálogo melosón y las miradas tímidas que intercambian los personajes, terminan seduciéndonos. Con lo cual finalmente nos relajamos y disfrutamos de la película, las actuaciones, los paisajes londinenses y ¿por qué no? de la promesa del amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario